La minería, ¿quiénes se
benefician?
Ángel Aguirre Rivero
28/diciembre/2019
Hace
unos días, el presidente Andrés Manuel López Obrador dio a conocer el número de
hectáreas que fueron concesionadas a la actividad minera en los últimos
sexenios, destacando (para no variar) de forma negativa el gobierno de
Felipe Calderón Hinojosa, el peor de toda nuestra historia.
En el sexenio de Felipe Calderón se otorgaron
concesiones por 35.5 millones de hectáreas, la mayor cantidad en esta
actividad, las cuales no pagaban impuestos desde el gobierno de
Carlos Salinas, hasta que se restauró con Enrique Peña Nieto, hace cuatro
años.
Guerrero
es una entidad con gran riqueza de minerales metálicos y no metálicos:
oro, plata, cobre, zinc, arcillas, arena, grava... que
se localizan en una buena parte del territorio suriano.
Desde
los tiempos de la Conquista nuestra producción de minerales metálicos ha sido
muy importante. Taxco es el mejor ejemplo de los primeros yacimientos
explotados, en primer lugar, por los nativos chontales, después por los
españoles.
Actualmente son varios los centros de
explotación mineral: lo mismo Gold Corp, en Mezcala, que la mina
Nukay, en el municipio de Zumpango; Rey de Plata, en Teloloapan, o Campo
Morado, en la bella Arcelia.
La
economía de Guerrero creció bajo el impulso de la minería con el apoyo del
gobernador Héctor Astudillo. La explotación de calizas, dolomita, mármol,
grava, arcillas y canteras contribuye también de manera importante.
Sin
duda, el potencial minero con el que contamos constituye una alternativa real
para disminuir nuestros índices de pobreza y marginación.
Sin
embargo, hay comunidades que rechazan la actividad por diversas razones, entre
ellas, el temor al daño ecológico que ocasiona.
Al
final del día, tratando de comprender la carga de rechazo a lo que es la
explotación minera, la pregunta obligada es: ¿quiénes se benefician?
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